jueves, 11 de noviembre de 2010

Oración: Enséñame a Adaptarme


Ven Espíritu Santo, porque cuando llueve añoro el sol, cuando hace calor, deseo el aire fresco; cuando estoy solo extraño a mis amigos; cuando estoy con ellos desearía la calma de la soledad. Nunca estoy del todo conforme con la vida.

Ven Señor a sanar a esta pobre criatura insatisfecha, que no sabe adaptarse, que no sabe valorar lo bueno de cada cosa, la belleza de cada momento.

Ven a darme un corazón abierto y optimista, capaz de recibir lo que tú me regalas, cuando tú lo regalas y como tú quieras regalarlo.

Hoy mismo enséñame a valorar el bien de este día así como es, sin exigir otra cosa. Enséñame a entregarme en estas circunstancias que me tocan vivir, y muéstrame que también de esto que me está sucediendo puedo aprender algo, puedo sacar algo bueno.

Ven Espíritu Santo.
Amen
(aporte de Alejandra)

lunes, 8 de noviembre de 2010

Mantenerse Firmes

Lc 21, 5-19: Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Como algunos, hablando del templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto y cuál será la señal de que va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi nombre diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin". Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas".
Palabra del Señor.

La belleza de la fe
Comentario de Víctor Manuel Fernandez

Algunos judíos, sobre todo los sacerdotes, estaban apegados al templo, a su belleza y a sus adornos. Y por estar en el templo, creían que estaban cerca de Dios, cuando en realidad sus corazones quizás estaban muy lejos de él, no lo amaban, no lo adoraban sinceramente. Jesús anuncia que el templo sería destruido, que no quedaría piedra sobre piedra.

El mayor orgullo de los habitantes de Jerusalén no iba a ser eterno, sino que su fin estaba cercano. Y a esos que contemplaban admirados el templo, les dice que finalmente todo se termina.

No interesa saber cuándo. Lo importante es vivir con esa conciencia, para no aferrarse a nada. Luego Jesús anuncia a sus discípulos que a ellos los espera un desafío particular: la incomprensión, los rechazos, las burlas, los desprecios sociales.

Identificarse con Cristo implica también aceptar esa incomprensión. Porque la fe es creer en algo que no responde a la mentalidad del mundo, y por eso a veces el mundo reacciona tratando de eliminar o acallar la voz de los creyentes; a veces persiguiéndolos de las maneras más sutiles, a veces ridiculizando sus convicciones.

Pero Jesús invita a los creyentes a descubrir que esas situaciones de oposición son ocasiones, son verdaderas oportunidades para anunciar la belleza de su fe, para exponer a otros lo que verdaderamente creen.

Esa confesión de la propia fe en los momentos particularmente difíciles es ante todo obra de Dios; él sólo necesita un discípulo dispuesto y valiente. En estas persecuciones, a veces hay que estar preparado para soportar burlas que no vienen de extraños, sino del propio lugar que uno ama, de la propia familia, de los amigos que uno lleva en el corazón. En esas ocasiones, hay que tener claro qué es lo que le da el sentido profundo a la propia vida. Manifestarles lo que creemos aunque ellos lo rechacen será una manera de amarlos en serio, sin ocultarles la verdad de nuestro corazón.
P. Víctor M. Fernández
(aporte de Alejandra)

8va. Colecta Nacional de Alimentos

Por octavo año consecutivo se realizará la Colecta Nacional de Alimentos, organizada por la Red de Bancos de Alimentos con el apoyo de Carrefour, Vea y Walmart. ¡Ya contamos con más de 900 voluntarios! Quedan 100 vacantes: ¡anotate pronto! Escribí a
rrhh@bancodealimentos.org.ar

La colecta tendrá lugar el sábado 13 de noviembre en 58 sucursales de Capital y Gran Buenos Aires, con lo cual esperamos tener un récord en recolección de alimentos que ayude a nuestras organizaciones en su tarea diaria. Todos los bancos de alimentos del país van a participar, cada uno en su área de influencia, de esta acción que aúna esfuerzos en la lucha contra el hambre. Los voluntarios deberán cubrir todas las sucursales de Buenos Aires, en turnos de 4 horas.
Súper Vea duplicará la cantidad de alimentos donados por sus clientes, mientras que Walmart donará 30 mil pesos para la compra de alimentos. Además, La Serenísima asegurará una ración de yogures y postres para las 155.000 personas beneficiarias de los Bancos de Alimentos.

Tu actividad como voluntario consistirá en invitar a los clientes que lleguen a donar un alimento no perecedero e informar acerca del trabajo y la misión de la Fundación en Buenos Aires.

Podrás elegir la sucursal y el horario que más te convenga (turnos de 4 hs. entre 8.30 y 21 hs.) y, previamente, recibirás una capacitación donde podrás evacuar todas las dudas que tengas. Necesitamos especialmente voluntarios que se ofrezcan a ser coordinadores. En cada turno habrá entre tres y cuatro voluntarios, y un coordinador que se hará especialmente responsable por los materiales que se utilizan y los alimentos que se reciben, y que entregará todo esto al coordinador del turno siguiente.
¡Tu trabajo es fundamental para que más comedores reciban alimentos!
Para cubrir todas las sucursales de Buenos Aires, necesitamos la ayuda de ¡1000 voluntarios! Ya hemos reclutado más de 900.
¡Animate a ser parte!
Si querés sumarte o tu empresa quiere ser parte, enviá un mail a
rrhh@bancodealimentos.org.ar
indicando la zona en que querrías colaborar y aclarando en el asunto "Colecta".¡Muchas gracias!

¿Qué es la Colecta Nacional de Alimentos?
Es una acción destinada a difundir la tarea que realizan los bancos de alimentos y a recolectar alimentos.Se realiza de manera simultánea en todas las ciudades donde hay bancos de alimentos que integran la Red Argentina de Bancos de Alimentos.

Un Pensamiento sobre la Verdad de Nuestro Destino de seres humanos

Mensaje de monseñor Ramón A. Dus, obispo de Reconquista, con motivo de la Solemnidad de todos los santos y Conmemoración de los fieles difuntos (1-2 de noviembre de 2010)

La Conmemoración de nuestros seres queridos que han partido nos trae la nostalgia de su presencia, y también la conciencia que un día hemos de partir. La muerte sella la verdad de nuestros límites.Agradecidos a la Vida, por el don inmerecido que gozamos, todos igualmente sentimos el impulso de aprovecharla en el modo más digno y fecundo. Seguramente por esto la tradición cristiana colocó antes del recuerdo de nuestros muertos y de nuestro destino final, la fiesta, o mejor la solemnidad de todos los santos (el 1 de noviembre).

Los santos, aunque a veces desconocidos para su tiempo, son y han sido cristianos que supieron vivir, muriendo a sí mismos. Supieron vivir su existencia impregnándola de amor, de bondad y de un entrega transformadora. Una entrega transformadora de sí mismos y de su medio social por las obras que emprendieron y que les sobrevivien.O tal vez, y quizás mejor y simplemente sea por la obra de su misma vida hecha ofrenda que hace válido todo gesto que emprendieron.

Santo es el que ama.

Santo puede ser quienquiera que escuche esa voz interior que lo estimula a la bondad, y se deja guiar por ella.


Santidad es hacer luminosa la vida. Es encontrar una razón alegre para emprender cada mañana la tarea propia, esa que depende especialmente de mí: esa vocación íntima.

Santidad es mantenernos íntegros y coherentes en los valores a pesar de todo. Es no dejarnos corromper por favores, intereses o ventajas. Es perseverar en la honestidad para romper el círculo vicioso de los pequeñas o grandes actos de corrupción.

Entonces, así, aunque a veces luchando y sufriendo, la vida entusiasma, para gastarla y hacerla ofrenda, agradecidos al Dios de la Vida. Por todo esto, la muerte, entonces, aún con su cuota de temor que infunde, se puede transformar, se transforma en la puerta de la gloria. (Puerta de la gloria en Dios, para entrar en el gozo del Señor; y también la muerte es y puede ser puerta de la gloria en la memoria de hombres y mujeres que necesitan de testimonios, para vivir el heroísmo cotidiano).

Que el Señor nos conceda a todos transitar el camino de la historia que construimos cada día, con el evangélico sentido de la entrega; porque de ese modo allí, en el lugar propio donde hoy estamos, nos dignificamos, nos ennoblecemos y porque también nos necesitamos recíprocamente, en esta árdua tarea, que es justamente vivir.

(aporte de Pablo que nos dice "Amigos de Marana-tha; les quiero compartir este texto que me gusto muchisimo por su conexion directa entre nuestra Vida terrenal y espiritual; les deseo que llegue tan profundo como lo fue para mi; un abrazo grande para Todos!")

martes, 2 de noviembre de 2010

No es Dios de muertos, sino de vivos

SANTO EVANGELIO Lc 20, 27-38
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella." Jesús les contestó: "En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos." Palabra del Señor.


Comentario del Santo Evangelio
Muy difundida está la opinión de que la vida en este mundo, donde hemos nacido y moriremos, donde comemos y bebemos, donde nos casamos, trabajamos y acumulamos (cf. 17,27-28), es nuestra única vida. Con una cierta duración —más o menos breve—, esta vida acaba con la muerte. Más allá de la muerte no hay otra vida para nadie, ni en este mundo ni en ningún otro.

En tiempos de Jesús, eran los saduceos quienes mantenían esta opinión. Creían que Dios había creado el mundo y a los hombres. Creían también que, por mediación de Moisés, Dios había dado la Ley al pueblo de Israel, para que pudiera llevar en este mundo una vida ordenada, en conformidad con la voluntad divina. Pero, según ellos, por encima del mundo actual y de la vida en este mundo, Dios no puede ni quiere hacer nada. El israelita vive su vida, recibida de Dios, bajo la ley y, de este modo, en relación con Dios. Cuando muere, termina su vida y termina también su relación con Dios. La historia que los saduceos cuentan a Jesús (20,29-33) pretende justificar su manera de pensar. Los siete hermanos actúan precisamente como prescribe Dios, a través de Moisés, en la ley del levirato (Dt 25,5-6). Suponiendo que los muertos resuciten y que sigan vigentes las condiciones del mundo actual, la mujer tendría siete maridos. Es una situación absurda, no prevista ni regulada por ninguna ley de Moisés. De esta situación deducen los saduceos que Dios no ha previsto la resurrección y que esta no se da.

La resurrección sigue siendo negada por muchos en nuestros días. Cuando se ofrecen las razones de esta negación, difícilmente se recurre al argumento de los saduceos, pero por lo general la argumentación descansa sobre el mismo presupuesto. Se parte de que continúan nuestras relaciones tal como las conocemos en nuestro mundo actual. Resulta inimaginable entonces que esto pueda ser así para siempre: ¿dónde puede asentarse este innumerable batallón de seres humanos?, ¿cómo pueden organizarse?, ¿qué pueden hacer en esa vida sin fin?

Jesús defiende, como los escribas (cf. 20,39), la resurrección de los muertos. No se ocupa directamente de la pregunta de los saduceos, sino que se centra en refutar sus presupuestos (20,34). Señala después algunas características de la vida en el mundo futuro (20,35-36) y remite a Moisés, aduciéndolo a su favor (20,37-38). Contesta la idea de que Dios no haya previsto otras condiciones que las que rigen la vida de los hombres en el mundo presente. En el mundo actual, los hombres se casan. Pero Dios, que ha creado este mundo, quiere y da una vida que se realiza bajo otras condiciones, una vida caracterizada entre otras cosas por el hecho de no tener ya necesidad del matrimonio. Con este presupuesto, la argumentación de los saduceos pierde todo su valor.

Tras repetir que los hombres ya no se casarán, Jesús recuerda algunas características de este mundo nuevo: los hombres tampoco morirán, serán como ángeles, serán hijos de Dios. Jesús habla de «los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos» (20,35). El puede hablar del mundo futuro, porque conoce a Dios y conoce las intenciones de Dios. Lo que Jesús dice sobre el mundo nuevo es ante todo revelación sobre Dios. Como el mundo actual y todos los que viven en él dependen de Dios, así también la participación en el mundo futuro es un don de Dios. Su poder no ha quedado agotado con la creación del mundo actual. El conduce más allá de este mundo y da la resurrección y la vida nueva a quienes considera dignos de estos dones. Jesús no habla aquí de una genérica supervivencia después de la muerte. Limita su revelación a los que son aprobados en el juicio de Dios, a los que él considera dignos de participar en la vida nueva.

Los saduceos eran los más conservadores en el judaísmo de la época de Jesús. Pero sólo en sus ideas, no en su conducta. Tenían como revelados por Dios sólo los primeros cinco libros de la Biblia, los que ellos atribuían a Moisés. Los profetas, los escritos apocalípticos, todo lo referente por tanto al Reino de Dios, a las exigencias de cambio en la historia, a la otra vida, lo consideraban ideas “liberacionistas” de resentidos sociales. Para ellos no existía otra vida, la única vida que existía era la presente, y en ella eran los privilegiados; por eso, no había que esperar otra.

A esa manera de pensar pertenecían las familias sacerdotales principales, los ancianos, o sea, los jefes de las familias aristocráticas y tenían sus propios escribas que, aunque no eran los más prestigiados, les ayudaban a fundamentar teológicamente sus aspiraciones a una buena vida. Las riquezas y el poder que tenían eran muestra de que eran los preferidos de Dios. No necesitaban esperar otra vida. Gracias a eso mantenían una posición cómoda: por un lado, la apariencia de piedad; por otro, un estilo de vida de acuerdo a las costumbres paganas de los romanos, sus amigos, de quienes recibían privilegios y concesiones que agrandaban sus fortunas.

Los fariseos eran lo opuesto a ellos, tanto en sus esperanzas como en su estilo de vida austero y apegado a la ley de la pureza. Una de las convicciones que tenían más firmemente arraigada era la fe en la resurrección, que los saduceos rechazaban abiertamente por las razones expuestas anteriormente. Pero muchos concebían la resurrección como la mera continuación de la vida terrena, sólo que para siempre.

Jesús estaba ya en la recta final de su vida pública. El último servicio que estaba haciendo a la Causa del Reino -en lo que se jugaba la vida-, era desenmascarar las intenciones torcidas de los grupos religiosos de su tiempo. Había declarado a los del Sanedrín incompetentes para decidir si tenían o no autoridad para hacer lo que hacían; a los fariseos y a los herodianos los había tachado de hipócritas, al mismo tiempo que declaraba que el imperio romano debía dejar a Dios el lugar de rey; ahora se enfrentó con los saduceos y dejó en claro ante todos la incompetencia que tenían incluso en aquello que consideraban su especialidad: la ley de Moisés.

La posición de Jesús en este debate con los saduceos puede sernos iluminadora para los tiempos actuales. También nosotros, como sociedad culta que actualmente somos, podemos reaccionar con frecuencia contra una imagen demasiado fácil de la resurrección. Cualquiera de nosotros puede recordar las enseñanzas que respecto a este tema recibió en su formación cristiana de catequesis infantil, la fácil descripción que hasta hace 50 años se hacía de lo que es la muerte (separación del alma respecto al cuerpo), lo que sería el juicio particular, el juicio universal, el purgatorio (si no el limbo), el cielo y el infierno... La teología (o simplemente la imaginería) cristiana, tenía respuestas detalladas y exhaustivas para todos estos temas. Creía saber casi todo respecto al más allá y no hacía gala precisamente de sobriedad ni de medida. Muchas personas «de hoy», con cultura filosófica y antropológica (o simplemente con «sentido común actual») se ruborizan de haber creído semejantes cosas, y se rebelan, como aquellos saduceos coetáneos de Jesús, contra una imagen tan plástica, tan incontinente, tan maximalista, tan segura de sí misma. De hecho, en el ambiente general del cristianismo, se puede observar un prudente silencio sobre estos temas otrora tan vivos y hasta discutidos. No hablamos ya de los difuntos -en el acompañamiento a las personas con expectativas próximas de muerte, o en las celebraciones en torno a la muerte- de la misma manera que hace unas décadas. Algo se está curvando epistemológicamente en la cultura moderna, que nos hace sentir la necesidad de no repetir sin más lo que nos fue dicho, sino de revisar y repensar lo que podemos decir/saber/esperar.

Como a aquellos saduceos, tal vez hoy Jesús nos dice también a nosotros: «no saben ustedes de qué están hablando...». Qué sea el contenido real de lo que hemos llamado tradicionalmente «resurrección» no es algo que se pueda describir, ni detallar, ni siquiera «imaginar».

Tal vez es un símbolo que expresa un misterio que apenas podemos intuir pero no concretar. Una resurrección entendida directa y llanamente como una «reviviscencia», aunque sea espiritual (que es como la imagen funciona de hecho en muchos cristianos formados hace tiempo), hoy no parece sostenible, críticamente hablando. Tal vez nos vendría bien a nosotros una sacudida como la que dio Jesús a los saduceos. Antes de que nuestros contemporáneos pierdan la fe en la resurrección y con ella, de un golpe, toda la fe, sería bueno que hagamos un serio esfuerzo por purificar nuestro lenguaje sobre la resurrección y por poner de relieve su carácter mistérico. Fe sí, pero no una fe perezosa y fundamentalista, sino seria, sobria, crítica, y bien formada.

(aporte de Lily, fuente: http://www.reflexionescatolicas.com/modules.php?name=Next2&anid=1418 )

lunes, 25 de octubre de 2010

¿Por qué a mí, qué hice para que me castigue?

Oxígeno / Diálogos del alma
Escriba su autobiografía
Por Sergio Sinay
Domingo 5 de setiembre de 2010 Publicado en edición impresa



Señor Sinay: Hace tiempo escucho a las personas (y me incluyo) justificar algún infortunio o "mal pasar" echándole la culpa a Dios. "¿Por qué a mí, qué hice para que me castigue?". Es más fácil pensar en el por qué y no tratar (siempre que se pueda) de modificar este mal pasar. Es común afligirse ante el menor detalle y sentirse mal, estar triste, de mal humor. A nadie le gustan los "malos tragos", pero ¿qué es la vida? ¿Acaso no es sorprenderse todos los días con un futuro? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué la tristeza? Creo que para conocer la felicidad, en una gran mayoría de casos, debemos pasar por un mal momento y al ver que pudimos cambiar ese estado, nos sentimos felices. ¿Por qué nos quejamos ante el menor error y renegamos en vez de agradecer cada día por abrir los ojos y estar sanos? Cada vez nuestra tolerancia al mínimo percance es menor.
Francisco Pamio (23 años) Lujan, Buenos Aires


Si en los años finales de la vida tuviéramos la oportunidad de escribir nuestra autobiografía y se nos diera para ello un número limitado de páginas, ¿en qué nos concentraríamos? ¿Qué dejaríamos afuera? ¿Cuántas palabras, líneas, párrafos, páginas o capítulos dedicaríamos a muchos de esos "malos pasares" que menciona nuestro amigo Francisco? ¿Estarían aún en nuestra memoria? Y si lo estuvieran, ¿los incluiríamos? ¿De eso trataría, finalmente, nuestra vida? Me he hecho muchas veces estas preguntas, se las hice a otras personas. Inevitablemente, la respuesta es: no le dedicaría ni una línea a la mayoría de esas cosas. O no las recordaría. No serían significativas en el balance. ¿Por qué, entonces, suelen ocupar tanto espacio en el presente?

Quizá se deba a un malentendido por el cual nos sentimos acreedores de una vida sin dolor, sin frustración, sin dificultades. Creemos que si nos portamos bien (y, sobre todo, si se nota) haremos mérito para eso. ¿Pero no se trataría, en ese caso, de una simple transacción, de una suerte de operación de canje? ¿Y no será que por haber creído que así son las cosas terminamos decepcionados, con la sensación de que el contrato no se cumplió, de que fuimos burlados? La médica suiza Elisabeth Kübler-Ross (1926-2004), que dedicó su vida a aliviar el dolor de otros y a acompañar en su final a enfermos terminales, dice en su emocionante autobiografía (La rueda de la vida) que "nada está garantizado en la vida salvo que todo el mundo debe enfrentarse a dificultades. Así es como aprendemos. Algunos lo hacen desde el momento en que nacen". En esa dirección apuntaba Carl Jung, padre de la psicología profunda, cuando sostenía que no se crece ni se alcanza la conciencia sin dolor. Jung no era un apologista del dolor, sino un lúcido observador de la realidad.

La adversidad nos da la posibilidad de poner en juego nuestros recursos, de fortalecerlos, de absorber experiencia, de templar nuestro carácter, de encender nuestra creatividad, de acceder a una perspectiva amplia y profunda del rumbo que lleva nuestra vida. No siempre el infortunio obliga a cambiar ese rumbo. A veces, confirmamos que hay en el dolor un sentido. Cuenta la doctora Kübler-Ross cómo, en una circunstancia de extremo sufrimiento, comprendió que Dios "jamás enviaría a alguien algo que no pueda soportar". El sentido del dolor no viene impreso en un folleto. Es responsabilidad de quien se hace cargo de su propia vida descubrirlo y entenderlo. Si queremos que alguien cargue con nuestro equipaje, jamás comprenderemos el sentido de nuestro devenir, y tampoco podremos quejarnos por lo que ese maletero hace con nuestras cosas. Lamentablemente, hay muchos maleteros oportunistas que se ofrecen a tomar nuestra maleta (que incluye nuestra voluntad, nuestra responsabilidad, nuestro poder de decisión, nuestra libertad) a cambio de costos altos y promesas imposibles de cumplir. Algunos de ellos se visten de gurúes, otros de profetas, otros de genios de la tecnología, de magos de la ciencia o la medicina, cuando no de mesías políticos o económicos. Si estamos dispuestos a afrontar la experiencia de vivir, escribía Kübler-Ross poco antes de su propio final, la atravesaremos sin necesidad de un gurú o un "maestro" que nos diga cómo hacerlo. Y si queremos evitar esas experiencias o pasarles por el costado, haremos de esos mismos gurúes y "maestros" los "culpables" de nuestros malos pasares. Nada habremos aprendido, entonces, y poco tendremos para contar en nuestra autobiografía. Quizá no se nos da lo que deseamos, decía la médica suiza, pero siempre recibimos lo que necesitamos. El secreto consiste en diferenciar una cosa de la otra.
sergiosinay@gmail.com



(aporte de Pablo; fuente http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1301512)

sábado, 23 de octubre de 2010

Oración para Pentecostés


¡Ven, Espíritu Santo, derrama sobre nosotros la fuente de tus gracias y suscita un Nuevo Pentecostés en tu Iglesia!
¡Baja sobre tus Obispos, sobre los Sacerdotes, sobre los religiosos y religiosas, sobre los fieles y sobre los que no creen, sobre toda clase y categoría de personas!
¡Sacúdenos con tu soplo divino, purificanos de todo engaño y de todo mal!
¡Inflámanos con tu fuego, haz que ardamos y nos consumamos en tu amor!
Ensenanos a comprender que Dios es todo, toda nuestra felicidad y nuestra alegria y que solo en El esta nuestra eternidad.
¡Ven a nosotros, Espíritu Santo y transformanos, salvanos, reconcilianos, unenos, consagranos!
¡Enseñanos a ser totalmente de Cristo, totalmente tuyos, totalmente de Dios!
¡Esto te lo pedimos por la intercesión y bajo la guia y la protección de la bienaventurada Virgen Maria, tu esposa inmaculada, Madre de Jesús y Madre nuestra, la Reina de la Paz!
Amen”.

(aporte de Lorena)

Enviados con la fuerza del Espíritu Santo

Jn 20, 19-23
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan
.
Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan".

Estas preciosas promesas nos hablan de la intimidad de Dios en nuestros corazones. El evangelio nos enseña que los que aman a Dios se convierten en verdaderos templos de la presencia del Padre y de Jesús.
Sólo esa presencia de amor poderoso hace posible cumplir de verdad los mandamientos de Dios. Pero luego aparece alguien más haciéndose presente en la intimidad de los creyentes: el Padre enviará el Espíritu Santo. Él es el que enseñará todo a los discípulos para que puedan comprender las enseñanzas de Jesús. Y en realidad él no enseñará cosas que Jesús no haya dicho, sino que “recordará” y hará comprender en profundidad las palabras de Jesús.

El nombre “Paráclito” es una expresión griega que significa ‘llamado junto a’, es decir, el que uno invoca para que esté a su lado. Como cuando uno grita a un amigo para que lo ayude y acompañe. Llamarle “consolador” puede reducir su función, ya que el Espíritu Santo viene a estar con nosotros no sólo para consolarnos en la aflicción, sino para fortalecernos, enseñarnos, acompañarnos, renovarnos y especialmente para hacer presente a Jesús y recordarnos el verdadero sentido de su evangelio. Sin este fuego y esta luz del Espíritu Santo “no hay nada bueno en el hombre, nada que sea inocente”. Sin su luz, todo está manchado por la mentira.

Sin el impulso de su amor, todo se enferma de egoísmo. Sin su poder, el hombre se aparta del verdadero camino y su corazón queda vacío.

P. Víctor M. Fernández

(aporte de Lore)

¿Por qué los católicos celebramos la Fiesta de Pentecostés?

Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23, 15-21; Dt 16,9). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (=cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34, 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuando llegaba cada ano la cosecha su sazón, pero tendrá lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.
En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1Cor 16,8).

Explicación de la fiesta
Después de la Ascensión de Jesús, se encontraban reunidos los apóstoles con la Madre de Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Tenían miedo de salir a predicar. Repentinamente, se escucho un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos.
Quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas desconocidas.
En esos días, había muchos extranjeros y visitantes en Jerusalén, que venían de todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía. Cada uno oía hablar a los apóstoles en su propio idioma y entendían a la perfección lo que ellos hablaban.
Todos ellos, desde ese día, ya no tuvieron miedo y salieron a predicar a todo el mundo las enseñanzas de Jesús. El Espíritu Santo les dio fuerzas para la gran misión que tenían que cumplir: Llevar la palabra de Jesús a todas las naciones, y bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es en este día cuando comenzó a existir la Iglesia como tal.

La promesa del Espíritu Santo

Durante la Ultima Cena, Jesús les promete a sus apóstoles “Mi Padre os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad” (San Juan 14, 16-17)
Más adelante les dice: “Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes; pero el Abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviara en mi nombre, ese les ensenara todo y traerá a la memoria todo lo que yo les he dicho” (Juan 14, 25-26)
Al terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa; “Les conviene que yo me vaya, pues al irme vendrá el Abogado,… muchas cosas tengo todavía que decirles, pero no se las diré ahora. Cuando venga Aquel, el Espíritu de Verdad, os guiara hasta la verdad completa,… y os comunicara las cosas que están por venir” (Juan 16, 7-14).
En el calendario del Año Litúrgico, después de la fiesta de la Ascensión, a los cincuenta días de la Resurrección de Jesús, celebramos la fiesta de Pentecostés.
(aporte de Lorena)

Les Doy mi Paz


Jesús ofrece su paz, y promete también la alegría (16, 22). La paz y la alegría son dos necesidades profundas del corazón humano, pues dan seguridad e intensidad, serenidad y entusiasmo.

Pero no hay que confundir esta paz con un estado de ánimo en que nada nos inquieta, en que realidad no nos interesa nada de nadie, porque estamos cómodos en nuestro propio egoísmo. Esa es en realidad la paz de los cementerios, esa es la falsa paz de los que han dejado morir la capacidad de amor que Dios puso en sus corazones, lo más valioso que llevaban dentro.

La paz de Jesús no es la serenidad psicológica del que vive cómodo en su mundo. La paz de Jesús es otra cosa, es la seguridad que dan su presencia y su amor en medio de las angustias y preocupaciones.

De hecho, el mismo Jesús experimentó angustia y alteraciones interiores (11, 33; 13, 21). Por eso Jesús aclara cómo nos regala su paz divina: "No la doy como la da el mundo" (14, 27). La paz y la alegría que Jesús da son de otro nivel, más profundo y valioso; no brotan de las seguridades del mundo, sino del amor: "Si me amaran..." (14, 28).

El que se deja amar por Jesús y reacciona amándolo y sirviendo al prójimo, encuentra la verdadera paz de su corazón, la paz que los intereses del mundo no nos pueden dar.

Y esa paz que nosotros podemos vivir es superior a la que podían vivir los apóstoles antes de la muerte de Jesús, porque ahora nosotros podemos gozar de la presencia de Jesús resucitado en nuestra intimidad, que derrama su gracia y la fuerza de su amor. Por eso Jesús decía a sus discípulos: "Si me amaran, se alegrarían de que yo me fuera al Padre" (v. 28).


(aporte de Pablo; una reflexión sobre el Evangelio de Juan 14,23-29)

23. Jesús le respondió y dijo: "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y en él haremos morada. 24. El que no me ama no guardará mis palabras; y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
25. "Os he dicho estas cosas durante mi permanencia con vosotros. 26. Pero el intercesor, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, Él os lo enseñará todo, y os recordará todo lo que Yo os he dicho. 27. Os dejo la paz, os doy la paz mía; no os doy Yo como da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni se amedrente. 28. Acabáis de oírme decir: "Me voy y volveré a vosotros". Si me amaseis, os alegraríais de que voy al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. 29. Os lo he dicho, pues, antes que acontezca, para que cuando esto se verifique, creáis




lunes, 6 de septiembre de 2010

El Hijo Pródigo

Lucas 15,1-3.11-32
En aquel tiempo 1 se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo. 2 Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
- Ése acoge a los pecadores y come con ellos. 3 Jesús les dijo esta parábola:
- 11 Un hombre tenía dos hijos; 12 el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El Padre les repartió los bienes. 13 No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
14 Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. 15 Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. 16 Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. 17 Recapacitando entonces se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan mientras yo aquí me muero de hambre. 18Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; 19 ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
20 Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.21 Su hijo le dijo:- Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. 22 Pero el padre dijo a sus criados:
- Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; 23 traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, 24 porque este hijo mío estaba muerto y revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado. Y empezaron el banquete. 25 Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, 26 y, llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. 27 Éste le contestó:
- Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud. 28 Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. 29 Y él replicó a su padre:- Mira, en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; 30 y cuando ha venido ese hijo tuyo, que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado. 31 El padre le dijo: Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: 32 deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado.


Orientaciones para la lectura
Si vamos a ver el contexto de la parábola del hijo pródigo, encontraremos que ésta viene después de las dos parábolas que tratan sobre el tema de lo perdido y encontrado (la parábola sobre la oveja perdida y la moneda perdida y encontrada). Por eso, según algunos autores, el título de la parábola del hijo pródigo tendría que ser "el hijo perdido y encontrado”. Esto viene subrayado por las palabras del padre, al final de la parábola: “En cambio, tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado.” (v. 32) Pues, profundicemos más nuestra reflexión a través de las características o puntos importantes que nos transmiten los protagonistas de la parábola.


El hijo menor que recibe la confianza y el perdón del padre: El hijo menor es una persona en la que el padre confía. Cuando pidió a su padre la parte de la herencia que le correspondía, la parábola no dice que el padre le pusiera alguna objeción o le cuestionara. En seguida dice que el padre les repartió la herencia (vv. 12-13). Vemos que el padre respeta la libertad de su hijo menor y reconoce su responsabilidad. Seguramente que el padre concibe a su hijo menor como una persona que sabe vivir su libertad con responsabilidad. De lo contrario, no le habría dado su herencia.
Sin embargo, el hijo menor fue irresponsable. Gastó su herencia sin dar importancia a la confianza que el padre había depositado en él. Pero después, reconoció su falta y se volvió a la casa de su padre. El padre, sin pedir cuentas, ni poner condiciones, recibió a su hijo menor en sus brazos. No se pronuncian palabras de perdón, pero más significativas que estas palabras son las obras de perdón. El padre restituye al hijo pródigo sus derechos de hijo. El vestido más rico lo constituye en huésped de honor. El anillo lo capacita de nuevo para proceder como hijo. Las sandalias lo declaran hombre libre. Es otra vez el hijo libre de un labrador libre, no uno de los jornaleros que van con los pies descalzos. Sacrificando el becerro cebado se inicia una fiesta de alegría. El hijo es admitido de nuevo en la comunidad de mesa de la casa paterna. La alegría festiva en el corazón del padre no puede contenerse y llena toda la casa.


El hijo mayor: La actitud del hijo mayor caracteriza la postura de las observaciones críticas de los fariseos y de los doctores de la ley. Hemos de recordar que esta parábola fue contada por Jesús a ese colectivo religioso que criticaba su relación con publicanos pecadores. Las expresiones del hijo mayor: «sin desobedecer nunca una orden» o «tantos años que te sirvo» (v.29) aluden, alegóricamente, a la actitud religiosa de los fariseos frente a Dios.


El padre como símbolo del amor de Dios: El padre personifica el amor de Dios. Un amor, una misericordia incondicional, abierta, ilimitada, que no sólo se vuelca sobre el pecador arrepentido (el hijo menor), sino también sobre el crítico intransigente (el hijo mayor), que se obstina en su incomprensión.


Al considerar todo esto, podemos concluir que la parábola del hijo pródigo es una espléndida caracterización del mensaje salvífico de Jesús, el gran predicador del Reino. En la mentalidad de Lucas, es clara la magnanimidad de Dios, sobre todo cuando se trata de abrir de par en par las puertas del Reino a un pecador arrepentido. Además, la parábola es un ejemplo de la «proclamación del año de gracia del Señor» (Lc 4,19; Is 61,2a). La misión de Jesús, su encargo de anunciar a los oprimidos la buena noticia de la liberación (Lc 4,18-19) cobra su plena actualidad en Jesús (Lc 4,22). Jesús mismo anunció: «El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,10). Nada podrá apartarle de su misión y, mucho menos, la actitud de los que prefieren encastillarse en su concepción personal de la justicia y de la fidelidad, en vez de sumarse, con corazón alegre y abierto, a la celebración del amor, a la fiesta de la comprensión, a la aceptación del descarriado que vuelve al padre.



(aporte de Lily, fuente: http://www.discipulasdm.org/biblia/lectio_divina/lectio_ciclo_C/lectio_4_cuaresma_1_cecilia.htm )

martes, 24 de agosto de 2010

Para Pedir los Dones del Espíritu Santo


Ven, Espíritu Creador, visita las almas de los fieles; e inunda con tu gracia los corazones que Tú creaste.

Espíritu de Sabiduría, que conoces mis pensamientos más secretos, y mis deseos más íntimos, buenos y malos; ilumíname y hazme conocer lo bueno para obrarlo, y lo malo para detestarlo sinceramente.

Intensifica mi vida interior, por el don de Entendimiento. Aconséjame en mis dudas y vacilaciones, por el don de Consejo.

Dame la energía necesaria en la lucha contra mis pasiones, por el don de Fortaleza.

Envuelve todo mi proceder en un ambiente sobrenatural, por el don de Ciencia.

Haz que me sienta hijo tuyo en todas las vicisitudes de la vida, y acuda a Ti, cual niño con afecto filial, por el don de Piedad.

Concédeme que Te venere y Te ame cual lo mereces; que ande con cautela en el sendero del bien, guiado por el don del santo Temor de Dios; que tema el pecado más que ningún otro mal; que prefiera perderlo todo antes que tu gracia; y que llegue un día a aquella feliz morada, donde Tú serás nuestra Luz y Consuelo, y, cual tierna madre; enjugas “toda lágrima de nuestros ojos”, donde no hay llanto ni dolor alguno, sino eterna felicidad. Así sea.
(aporte de Gaby)

jueves, 5 de agosto de 2010

El Amor

1 Corintios 13 -

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. 9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. 13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor



(El caracter chino para el amor consiste en un corazon (en medio) dentro de «aceptar», «sentir» o «percibir» que muestra una emoción llena de gracia)

(aporte de Jose)

miércoles, 4 de agosto de 2010

Video: Canción: "Tú Estás Aqui"

(aporte de Ronnie)
Si no puede visualizar haga click aqui:
http://www.youtube.com/watch?v=RwH--8RUqIE


Salmos para Rezar en Situaciones Especiales


  • Cuando estoy cansado o confundido: Salmo 4

  • Cuando estoy desalentado: Salmos 1 (12); 43 (42)

  • Cuando soy perseguido: Salmo 7

  • Cuando tengo nostalgia de Dios: Salmo 42 (41); 63 (62)

  • Cuando no entiendo ciertas situaciones: Salmo 37 (36)

  • Cuando me asusta una tempestad: Salmo 29 (28)

  • Cuando estoy feliz porque Dios es mi guía: Salmo 34 (33)

  • Cuando tengo grandes alegrías: Salmos 98 (97); 100 (99)

  • Cuando me siento profundamente arrepentido: Salmos 51 (50); 130 (129)

  • Cuando quiero agradecer a Dios: Salmo 136 (135)

  • Cuando necesito un refugio: Salmo 46 (45)

  • Cuando estoy en peligro: Salmo 91 (90); 71 (70)

  • Cuando pongo mi confianza en el Señor: Salmos 27 (26); 22 (21)

  • Himno a la Bondad de Dios: Salmo 103 (102)

  • Cuando estoy preocupado: Salmo 38 (37)

  • Cuando me siento angustiado: Salmos 22 (21); 31 (30)

  • Cuando necesito confianza, coraje: Salmo 27 (26)

  • Cuando necesito salud: Salmo 6; 41 (40)

  • Cuando soy tentado: Salmo 56 (55)
(aporte de Patricia)

Sugerencias para el uso de La Biblia


  • Si estás desalentado: Isaías 40

  • Si te sientes solo o sientes miedo: Salmo 23

  • Si estás pensando en inversiones y ganancias: Marcos 10, 17-31

  • Si tienes una invitación; una oportunidad: Isaías 55

  • Cuando sientas penas: San Juan 14

  • Cuando los hombres te fallen: Salmo 27

  • Cuando hayas pecado: Salmo 51

  • Cuando estás preocupado: Mateo 6, 10-34

  • Cuando estés en peligro: Salmo 91

  • Cuando te sientas triste: Salmo 34

  • Cuando te parezca que Dios te haya desamparado: Salmo 13

  • Cuando estés sumamente abatido: Romanos 8, 39

  • Cuando necesites valor para desempeñar tu labor: Josué 1

  • Cuando el mundo te parezca mayor que Dios: Salmo 90

  • Cuando salgas para el trabajo o salgas de viaje: Salmo 121, 107, 23-11

  • Cuando estés en situación crítica y amargado: Corintios 13

  • Cuando estés arrastrando una crisis en tu vida: Salmo 103, 104

  • Cuando todas las cosas te salgan mal: Salmo 27

  • Cuando te parezca que todo va de mal en peor: 2 Timoteo

  • Cuando llores por la muerte de un ser querido: Corintios 1, 5

  • Cuando tu fe y confianza en Dios se debiliten: Hebreos 11

  • Cuando abrigues temor de morir: Apocalipsis 21-22
(aporte de Patricia)

viernes, 30 de julio de 2010

No Demos las Cosas Santas a los Perros

Evangelio: Mt 7,6.12-14

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen. Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas. Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!”.


A que se refiere Jesus cuando dice que no demos las cosas santas a los perros?

Señala el don de nuestra libertad. Esta es un tesoro incalculable, una perla preciosa, que seria muy triste arrojar a las bestias de los vicios, de las adicciones, de las pasiones o incluso de los defectos consentidos.

La libertad encuentra su orientacion en la fe en Cristo, se realiza plenamente cuando se empeña en el cumplimiento de la voluntad de Dios y se concreta en el servicio a los demas. Asi se es realmente libre: cuando se ama a Dios y al projimo.

El ideal cristiano es alto: tratar a los demas como queremos que nos traten. Es hasta cierto punto normal que nuestro trato sea mejor hacia las personas mas cercanas, que aquel que tenemos por los desconocidos. Es natural amar mas a algunas personas con respecto a otras.

Por eso el Evangelio nos invita a entrar por la puerta estrecha porque la caridad exige esfuerzo, negacion de uno mismo, aceptacion de la cruz; pero es también por medio de ello que nos acercamos al cielo.

(aporte de Ignacio)

fuente: http://www.regnumchristi.org/espanol/articulos/articulo.phtml?id=26530&se=363&ca=975&te=734

lunes, 26 de julio de 2010

Los Caminos del Discípulo


El camino de Galilea a Jerusalén (Lc 9,51) es la senda del discipulado, de quien sigue a Jesús (Hch 1,21; 4,13) para estar con él y aprender de él (Mc 3,14). El camino de Jerusalén a Emaús es la ruta interior del desencanto y del abandono del seguimiento. El regreso de Emaús a Jerusalén es la senda de la escucha de la Palabra y de la fracción del pan para reconocer al Resucitado y vivir en comunión con él. El camino de Jerusalén hasta los extremos de la tierra (Hch 1,8) es la senda del misionero, es decir, del Espíritu que suscita testigos del Señor resucitado (4,31; ver Mc 3,13-14).

Los “caminos” por donde transita el discípulo se convierten así en itinerarios o caminos pascuales que conducen de la falta de fe y de la desesperanza al reconocimiento de Jesucristo vivo y a su anuncio gozoso.

(fuente: http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:8JQRJ5jnk8cJ:www.iglesia.cl/portal_recursos/eclesial/biblia/docs/itinerario_septiembre.doc+%22el+camino+de+jerusalem+a+los+extremos+de+la+tierra+es+la+senda+del+misionero%22&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=ar)

El final del Año Litúrgico

(Por Celia Escudero, aporte de Pablo al día siguiente de nuestro primer retiro, nov. 2009)

Sólo un par de domingos nos separan del final del Año Litúrgico. Los textos de la Palabra que la Iglesia nos propone para proclamar y reflexionar, se refieren al fin de la historia, a los últimos tiempos durante los cuales tendrá lugar la segunda venida del Señor. Sería más correcto decir su manifestación final como Resucitado Glorioso, ya que según sus propias palabras, sigue con nosotros, aunque no lo veamos.

Las lecturas de este final del Año Litúrgico en sus temas, se relacionan con las lecturas propias del Adviento en sus primeros domingos. Todas hablan de una u otra manera, de la venida del Señor. Se entretejen textos del Antiguo y del Nuevo Testamento, con voces de los profetas y de Juan el Bautista, que nos hablan de preparación, de espera, de esperanza.

Los hombres estamos sujetos al tiempo, que nos marca un comienzo y un fin, Dios no tiene tiempo, su plan de salvación, se sigue desarrollando, avanza siempre, aunque a veces nos resulte difícil visualizarlo y entenderlo, sobre todo en los tiempos de crisis, de cambio.
El que los textos nos presenten los tiempos finales de la historia, supone que desde la fe deberíamos verlos como la culminación de la gran Pascua de la humanidad hacia la vida para siempre, definitiva, que dejará atrás la historia. Nos verá a muchos hombres gozando de lo que hemos esperado expresamente, a otros, muchos también, alcanzando algo anhelado, intuido, sin saber muy bien que, ni por qué.

Para nosotros creyentes, esta preparación supone, compromiso, exigencia y algo difícil mucha esperanza. Esperamos la culminación del Reino, anunciado y comenzado por Jesús. Los cristianos esperamos esa manifestación definitiva de Cristo, pero debemos vivir tratando de hacer lo que él hizo, no permitir que la enfermedad, la pobreza, la marginación y cualquier situación que degrada al hombre, sean algo que admitido como inevitable. No olvidemos que el Resucitado es el previamente Crucificado y que sigue crucificado hoy en todo ser humano que sufre, (Mt 25,31-46).

La esperanza no es contentarnos con una falsa seguridad de ser buenos, porque hacemos determinadas cosas. Nosotros también debemos enfrentar en nuestra vida el dolor, nuestros errores y pecados, la muerte. No nos libramos de ser también crucificados, para poder algún día ser los resucitados.

La esperanza esta inseparablemente unida a la fe y al amor, dones de Dios. Lo que se nos dio gratuitamente no es para que lo escondamos con miedo a perderlo, debemos vivirlo para que crezca. El vivirlo es cada día, en lo cotidiano de la vida, la familia, la sociedad, el momento histórico, cosas que muchas veces nos disgustan, y no nos damos cuenta que nosotros también colaboramos para que sean como son. Pero sabemos que el Señor está con nosotros.

Es ésta, nuestra humana realidad a la que la Palabra de Dios invita a convertir, a corregir, a cambiar. El momento en que Daniel o Jeremías escribían, era para el antiguo pueblo de Dios, igualmente confuso y difícil como lo es el nuestro, pero ellos anunciaban al pueblo la seguridad de que el Señor vendría. Los evangelios nos advierten también de cuidarnos de los falsos Mesías y profetas, es decir de los que sólo anuncian calamidades y castigos, o proponen una falsa vida cristiana, supuestamente espiritual, que se automargina de la vida real y de la historia.

Ser cristianos es seguir al Crucificado-Resucitado, caminando con confianza y esforzándonos en que también sea con tranquila alegría, aunque cueste.

jueves, 22 de julio de 2010

Secuencia del Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo
y envía desde el cielo
un rayo de tu luz.

Ven Padre de los pobres,
ven a darnos tus dones,
ven a darnos tu luz.

Consolador lleno de bondad,
dulce huésped del alma,
suave alivio para el hombre.

Descanso en el trabajo,
templanza en las pasiones,
alegría en nuestro llanto.

Penetra con tu santa luz
en lo más íntimo
del corazón de tus fieles.

Sin tu ayuda divina
no hay nada en el hombre,
nada que sea inocente.

Lava nuestras manchas,
riega nuestra aridez,
cura nuestras heridas.
Suaviza nuestra dureza,
enciende nuestra frialdad,
corrige nuestros desvíos.

Concéde a tus fieles,
que en tí confían,
tus siete sagrados dones.

Premia nuestra virtud,
salva nuestras almas,
danos la eterna alegría.

Amén. Aleluia.

Fragmentos de Carta a Proba (San Agustín)

  • Al hablar con Dios, alabemoslo de entrada, antes de pedirle nada, pero desde lo hondo del corazon.
  • Lo que se debe pedir: una vida feliz
  • Querer lo que no conviene es lo mas miserable que hay, y no alcanzar lo que queres no es tan triste como querer conseguir lo que no conviene.
  • Es feliz aquel que tiene todo lo que desea y no desea nada que no convenga.
  • No me des riqueza ni pobreza, concedeme que tenga lo sufiente de lo que es necesario, no sea que una vez saciado me vuelva mentiroso y diga: “Quien me ve?” O si caigo en la pobreza, robe y profane el nombre de mi Dios.
  • Hay que orar para conservar a los que retribuyen nuestro amor amandonos santa y limpiamente, y si no las tenemos hay que orar para conseguirlas.
  • Hay que orar por la integridad (vida, salud, pureza de espiritu y cuerpo) y la amistad (a todos aquellos a quien se debe afecto)
  • Dios nos impulsa a pedir, buscar y llamar.
  • Hay que orar mas con gemidos y lagrimas que con palabras.
  • Dios ya sabe lo que necesitamos pero para nosotros las palabras son necesarias para que nos hagan recordar y miremos atentamente que es lo que pedimos.
  • Que la persona por lo menos sienta vergüenza de pedir lo que no se avergüenza de desear.
  • El fin del precepto es la caridad de un corazon puro, la buena conciencia y la fe no fingida.
  • Al Señor se lo busca con las obras.
  • Lucha por vencer a este mundo con la oracion. Ora con fe, esperanza, amor, insistencia, paciencia.
  • Que cada uno haga lo que pueda. Por lo tanto, el que pueda menos, no impida al que puede mas y el que puede mas, no exija al que puede menos. La conciencia se debe a Dios y entre Uds no se deban nada sino el amor mutuo.
  • Primero es el Credo, para saber que deben creer. Luego el Padrenuestro, donde conocen a quien invocar.
  • Si pides males para tus enemigos, tu oracion se convertira en pecado.
  • Se debe pedir la vida humana. No esta permitido pedir otra cosa que lo que en el Padrenuestro esta escrito.
  • Si falta la fe, la oracion perece. Creamos entonces para poder orar. Y para que no decaiga la fe mediante la cual oramos, oremos. De la fe fluye la oracion y la oracion que fluye suplica firmeza para la misma fe. Entrar en tentacion es salirse de la fe.

miércoles, 21 de julio de 2010

Video: Canción Pescador de Hombres

(aporte de Lily)
Si no puede visualizar haga click aqui:


Oración: Al amparo del Altísimo, a la sombra del Poderoso

(aporte de Ronnie)
La protección divina en medio de los peligros

91:1 Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso,
91:2 di al Señor: "Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío".
91:3 Él te librará de la red del cazador y de la peste perniciosa;
91:4 te cubrirá con sus plumas, y hallarás un refugio bajo sus alas.
91:5 No temerás los terrores de la noche, ni la flecha que vuela de día,
91:6 ni la peste que acecha en las tinieblas, ni la plaga que devasta a pleno sol.
91:7 Aunque caigan mil a tu izquierda y diez mil a tu derecha, tú no serás alcanzado:
91:4c su brazo es escudo y coraza.
91:8 Con sólo dirigir una mirada, verás el castigo de los malos,
91:9 porque hiciste del Señor tu refugio y pusiste como defensa al Altísimo.
91:10 No te alcanzará ningún mal, ninguna plaga se acercará a tu carpa,
91:11 porque él te encomendó a sus ángeles para que te cuiden en todos tus caminos.
91:12 Ellos te llevarán en sus manos para que no tropieces contra ninguna piedra;
91:13 caminarás sobre leones y víboras, pisotearás cachorros de león y serpientes.

Oráculo del Señor
91:14 "Él se entregó a mí, por eso, yo lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
91:15 me invocará, y yo le responderé. Estaré con él en el peligro, lo defenderé y lo glorificaré; 91:16 le haré gozar de una larga vida y le haré ver mi salvación".

Oración de San Francisco

Señor,

haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, que yo lleve el amor;
donde haya ofensa, que yo lleve el perdón;
donde haya discordia, que yo lleve la unión;
donde haya duda, que yo lleve la fe;
donde haya error, que yo lleve la verdad;
donde haya desesperación, que yo lleve la esperanza;
donde haya tristeza, que yo lleve la alegría;
donde haya tiniebla, que yo lleve la luz.

Oh, maestro, haz que no busque
ser consolado, como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.

Porque es dando como se recibe;
es perdonando, como se es perdonado;
y muriendo se resucita a la vida eterna.
Amén.

Video: Canción del Alfarero

(aporte de Lily)
Si no puede visualizar haga click aqui:
http://www.youtube.com/watch?v=NvSO8Ld9Vc4&feature=related

Una Pascua Diferente



(Por Ronnie)
A lo largo de varias décadas, la Semana Santa significó para mi, un tiempo de descanso, de turismo o de práctica deportiva. En los pocos años que llevo dentro de la Iglesia, la viví siempre como un espectador más. Como si estuviese en un estadio y ocupara mi lugar en la tribuna. Pero este año, ocurrió algo especial: tuve la gracia de poder vivirla dentro de la cancha, con mucha profundidad.

Para lograrlo, al igual que en cualquier deporte, tuve que realizar una buena pretemporada: ese tiempo de preparación física y mental, doloroso, molesto, aburrido y árido, con momentos monótonos y con cambios que no gustan, de adquisición de destrezas individuales y de prácticas de conjunto. Llevado esto a lo espiritual, la Cuaresma ha sido mi pretemporada, con las características ya descriptas, a las que debo agregar el molesto acoso del maligno tentándome permanentemente para que desistiera de seguir.

Fue fundamental para avanzar, haber concurrido a la eucaristía y a la oración comunitaria durante la mayor cantidad de veces posibles; la oración grupal semanal en el grupo de oración; y, sobre todo, que mi oración personal diaria pudiera entrar en el eterno presente de Dios, mediante técnicas de relajación y el uso de mi imaginación. Con esto, fui logrando que mi cuerpo –que siempre está presente conmigo- pudiera controlar mi enloquecida mente que se la pasaba todo el día fluyendo hacia el pasado y hacia el futuro. Como Dios me quería en el presente, en esos minutos de oración, pude encontrarme con mi corazón: ese espacio íntimo, donde están escondidas mis intenciones y donde oculto mis decisiones, que no comparto con nadie; y donde tengo guardados los proyectos que movilizan mi vida.

Imaginaba que este lugar, era una habitación impecable, luminosa, cálida, limpia y ordenada. Pero fue muy triste descubrir en realidad, que estaba en penumbras, con paredes descascaradas, el techo sucio y lleno de telarañas, y el piso lleno de una capa gruesa de mugre. Por todos lados había cajas, donde podía leer: “archivo de: enojos, faltas de perdón, resentimientos, odios, asesinatos con la lengua o con la indiferencia, adulterios, infidelidades, falsedades cobardías, mentiras, discriminaciones…; y no pude seguir leyendo más, por el desorden que había. A un costado había piedras y escombros, que decían: ídolos (dinero, fama, poder, superioridad), miedos, dudas, prejuicios, vanidades, juzgamientos, condenas por errores ajenos, comodidad, etc.

De inmediato, le pedí al Espíritu Santo que me ayudara a ordenar ese desorden; y fue allí, donde imaginé que un ángel me decía: “esto no es así, sólo vos podés ordenar esto, en la medida que vayas sacando los archivos y las piedras de la habitación. Sólo así, Jesús podrá ir ocupando con su luz los espacios que vayan quedando vacíos. Fijate, que muchos archivos son pecados ya perdonados por Dios, que nunca los sacaste de tu corazón”.

El sólo hecho de darme cuenta del problema, me despertó y facilitó el trabajo. Comencé entonces a visitar el santísimo, y empezar el arduo trabajo que seguirá pendiente y por largo tiempo.
Fue así, como pude entrar bien preparado a la cancha, donde pude tirar mis máscaras al suelo, para que Jesús las pisara durante su entrada triunfal del domingo de Ramos, al igual que el manto de los judíos; luego aceptar que me tirara abajo las mesas de mis prejuicios, inseguridades y miedos, al igual que las mesas de los cambistas; y acto seguido escuchar el anunció de la destrucción de mi corazón para construir uno nuevo, similar al anuncio de la destrucción del Templo judío.

El jueves santo, Jesús se puso a mi servicio. Me lavó los pies y me invitó a su Santa Cena. Al partir el pan, pude descubrirlo realmente, al igual que los discípulos de Emaús.

El viernes santo, todo se oscureció. Fue un momento de tristeza y de recogimiento. En cada estación de la Pasión, fui acompañando a Jesús en su camino a la muerte, y cargando por instantes su cruz.

El sábado santo, un día con poco significado aparente para mí, resultó ser clave. Pude descubrirlo en el Credo, porque luego de” muerto y sepultado”, Jesús descendió a los infiernos: el lugar del no-Dios. Imaginé entonces, que Jesús antes de resucitar se encargaba de llegar a todos los lugares con ausencia de Dios que todos tenemos, dejando su luz, a todos sin excepción, aún a las personas más siniestras. Me resultó muy movilizador, ver la acción creadora de Jesús en todos, sacando lo que está en tinieblas a la luz, pasando del caos al orden y del vacío a la plenitud. Nadie se da cuenta de esto, pasa desapercibido para todos nosotros. Durante la celebración nocturna, apareció la luz y con ella la victoria de Jesús al resucitar; que me hacía reafirmar la esperanza de mi resurrección y de la vida eterna.

Como si todo lo vivido fuera poco, luego de haber sido testigo presencial de signos y milagros de Jesús, expulsando demonios o curando los enfermos, al finalizar el día, pude vivir en el domicilio de una persona amiga y enferma, aquello que en su salmo 41 dice: “yo visitaré a los enfermos en su lecho de enfermos y lo sanaré”.
Sólo puedo pedir, que mi próxima Pascua sea lo más parecida a ésta.
Alabado sea el Señor.

miércoles, 14 de julio de 2010

Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

(aporte de Ronnie)
En 1673, Jesús le dio a Santa Margarita María Doce (12) Promesas para las almas devotas a su Sagrado Corazón:

1. Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
2. Les daré paz a sus familias.
3. Las consolaré en todas sus penas.
4. Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
6. Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
7. Las almas tibias se volverán fervorosas.
8. Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
9. Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.
10. Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
11. Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
12. Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen 9 Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.


CONSAGRACION AL SAGRADO CORAZON DE JESÚS
"Señor Jesús, yo (nombre y apellido), me consagro a tu Sagrado Corazón. Consagro mi persona y mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos, para servirte, honrarte, amarte y glorificarte. Esta es mi voluntad irrevocable: ser todo/a tuyo/a y hacerlo todo por tu amor, renunciando a todo cuanto pudiera desagradarte. Te elijo, pues, ¡Oh Sagrado Corazón!, como único objeto de mi amor, como protector de mi vida, garantía de salvación, remedio de mi fragilidad, reparador de todas las faltas de mi vida y mi asilo seguro en la hora de mi muerte. Sé, pues, ¡Oh Corazón de bondad!, mi justificación para con Dios Padre, y desvía de mí los dardos de su justa cólera.
¡Oh Corazón de amor!, pongo toda mi confianza en vos, porque aunque temo mi malicia, todo lo espero de tu bondad. Consume pues, en mí, todo lo que te desagrade o haga resistencia. Que tu puro amor se imprima en lo íntimo de mi corazón de tal modo que jamás te olvide, ni me separe de vos. Te suplico por todas tus bondades que mi nombre esté escrito en vos. Así sea".





La Sanación de un Paralítico

(aporte de Ronnie)
Evangelio de Lucas 5, 17-26


17 Un día que estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones. 18 En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de él.
19 Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús. 20 Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados.» 21 Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?» 22 Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? 23 ¿Qué es más fácil, decir: "Tus pecados te quedan perdonados", o decir: "Levántate y anda"? 24 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados, - dijo al paralítico -: "A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".» 25 Y al instante, levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, glorificando a Dios. 26 El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto cosas increíbles.»




Jesús, perdonó los pecados y curó a un paralítico por la fe de sus amigos. El paralítico ni abrió la boca, y hasta no parecía muy convencido. Esto nos dá una gran oportunidad: primero, observar cuántos paralíticos espirituales tenemos a nuestro lado.

Cuántas veces ante nuestros amigos, tiramos la toalla y pensamos que hagan lo que quieran con su fe. Pero no fue así como se comportaron los amigos del paralítico. No debió ser fácil para ellos conseguir llevarlo, y no se rindieron ante la imposibilidad de meterlo dentro por la puerta para ponerlo frente a Jesús.
¡Tuvieron romper el techo, para hacerlo entrar y para darle la oportunidad de una nueva vida!. Si comparamos este relato con lo que pasa con algunos de nuestros amigos, observamos que no se les mueve nada, parece que estuvieran paralíticos de espíritu.

¿Qué podemos hacer entonces?
¡Tendremos innumerables obstáculos que dificultarán ponerlos delante de Jesús para que los pueda perdonar y curar!. Por eso, nuestra tarea va a ser que romper muchos techos, esquemas y excusas. ¿Cómo?

No vamos a necesitar explicarles la doctrina ni recurrir a las palabras. Solamente si somos personas de oración personal y comunitaria, podremos recurrir al Espíritu Santo para que nos preste una camilla y la tome de los otros costados.

Con ese paso Jesús ayudará a nuestros amigos a llevar una vida más cristiana. Siempre y cuando, Él vea nuestra fe, escuche nuestras oraciones, y vea el sacrificio que hacemos para buscar la camilla.
Jesús, estaba deseoso de curar a mucha gente. Pero sólo curó a aquél que tenía amigos con mucha fe, con mucha vida interior.

¡No nos tenemos que olvidar que nuestro Dios hace cosas maravillosas!



Dones Sagrados del Espíritu Santo


Antes de nuestra oración personal o comunitaria, siempre es conveniente invocar al Espíritu Santo. El gran desconocido, la 3* persona de la Santísima Trinidad, que Jesús nos dejó cuando ascendió a los cielos. Es el Paráclito que quiere decir: abogado, consolador. Es el viento y aliento de Dios, que sopla en nuestras vidas cuando lo invocamos. Es el fuego sagrado que nos ilumina y calienta; y nos comunica siempre con Jesús y con Dios Padre.

Cuando lo invocamos con fuerza y con el corazón, derrama muchos dones y carismas; pero hay siempre que pedir que derrame sobre nosotros los 7 dones espirituales.
Es muy útil, pedir cada día por uno de ellos especialmente, de acuerdo a cada situación que se nos presente.

Sabiduría: para aprender el arte de vivir en plenitud, para tomarle sabor a la vida que nos toca vivir (sabiduría viene de sabor), y tomarle gusto a las cosas celestiales.

Inteligencia o Entendimiento: para comprender las verdades más profundas de nuestra fe, y para entender y discernir cuando Jesús me habla, a través de la palabra o de un eco de la palabra, algún acontecimiento, una persona que se cruce en nuestro camino, durante una oración o durante los sueños.

Consejo: para poder orientar a nuestros hermanos en el verdadero sentido de la vida.

Ciencia: para que podamos ver las cosas de este mundo con ojos espirituales.

Fortaleza: para sobrellevar las situaciones más difíciles de nuestra vida, soportar las imposibles, y mantenernos firmes en la fe.

Piedad: para reconocer el valor sagrado en todas las personas.

Temor de Dios: que no es miedo, para cuidarnos de no ofenderlo jamás.


(aporte de Ronnie)

Entrada Triunfal a Jerusalén

Evangelio de Lucas
Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén. Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: «¿Por qué lo desatan?», respondan: «El Señor lo necesita». Los enviados partieron y encontraron todo como él les había dicho. Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan?». Y ellos respondieron: «El Señor lo necesita». Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino. Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. Y decían:»¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!». Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Pero él respondió: «Les aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras

Termina aquí la cuaresma y comienza la Pascua. Durante semanas nos estuvimos preparando para esto, porque la cuaresma nos va preparando para vivir el tiempo de Pascua, el paso salvador para nuestras vidas.

Desarrollo
Hace 3850 años, Abraham salió de Ur de Caldea (Irak) para dirigirse a las tierras de Canaan (Israel), cumpliendo con el mandato de Dios. Una enorme caravana de personas y animales fue avanzando paso a paso a lo largo de más de 2000 km. Establecieron una fiesta anual en honor a Javeh, y para el bien de todo el ganado, con el cual se alimentaban. Esa fiesta se realizaba al inicio de la primavera, y consistía en ofrecer el sacrificio de una animal de 1 año, macho, y perfecto, el cual debía comerse por completo. Las sobras se quemaban, y la sangre se ofrecía a Dios. Era la Fiesta de Pascua.
Al llegar a las tierras de Canaan y dejar de ser nómades, comenzaron a alimentarse de los bienes de la tierra. Establecieron una fiesta que duraba una semana, al comienzo de la primavera. Sólo debían comer pan ázimo (sin levadura), y beber vino. El jefe de familia bendecía la copa de vino, el de menor edad tomaba una jarra de agua y le lavaba las manos al jefe. Éste luego de secarse bendecía y repartía el pan ázimo cortado y el vino. Era la Fiesta de los Ázimos.
Ambas fiestas convivieron durante años. Cuando Moisés está cerca de sacar al pueblo judío de Egipto, coinciden esas 2 fiestas con la 10* plaga de Dios: la muerte de los primogénitos en Egipto. Dios instrye a Moisés para que una noche preparen un cordero o cabrito de 1 año, macho, perfecto, para ofrecerlo como sacrificio. Con su sangre debían untar los dinteles de las puertas de sus casas. A medianoche al pasar el ángel exterminador, donde las puertas tenían sangre, seguía de largo. Al día siguiente de la matanza, el Faraón liberó al pueblo de Israel, lo que se conoce como el Éxodo. La Fiesta de Pascua tomó el símbolo de festejar la salida de Egipto.
Durante los siguientes años, ambas fiestas se unieron en una sola.
Jesús, luego de recorrer durante 3 años la Galilea y Judea, hace su entrada triunfal en Jerusalén. El pueblo que se acercaba para festejar la Pascua lo reciben como un Rey, arroja sus mantos y agita ramos de olivos y palmeras (esto figura con detalle en los otros 3 evangelios). Jesús entra con una cría de asno y con su atuendo habitual.

Reflexiones para nuestras vidas
Jesús elige una cría y no un animal adulto. Estaría reflejando en este último, nuestra vieja vida; por eso elige la cría que nadie había montado, nuestra nueva vida.
Jesús nos está invitando a que lo dejemos que haga su entrada triunfal en nuestro corazón. Para eso, debemos tomar una acción; es ese desatar que aparece varias veces. Desatar todas aquellas cosas que nos impiden que el pueda entrar a reinar. No nos quiere como simples espectadores, quiere que nos metamos de lleno en esta semana santa.
Durante su entrada, interpretamos que el arrojar nuestro manto pude tratarse de arrojar nuestras máscaras, que nos impiden ser lo que realmente somos.
Si le abrimos el corazón, durante los 3 primeros días (lunes, martes y miércoles santos) se va a dedicar a tirar abajo nuestros prejuicios hacia la iglesia, el Papa y los sacerdotes; nos va a tirar abajo nuestras dudas, tristezas y miedos; tal como lo hizo al tirar las mesas de los cambistas y vendedores de palomas en el Templo de Jerusalén, a quienes trató como cueva de ladrones. Nos va a sacar todo aquello que nos roba lo que nos une a Él. También, nos va a profetizar la destrucción del Templo, tal como lo hizo a los judíos de esa época. Sí, nos va a destruir el viejo corazón de piedra, para construir de a poco un nuevo corazón. Fíjense que como los judíos lo rechazaron, 40 años más tarde, en el 70 de nuestra era, el emperador romano Tito, no sólo destruyo el Templo sino que al no quedar lugar para alojar a Dios (el arca de la alianza con las tablas de Moisés), desaparece el famoso grupo de los saduceos (esos aristócratas que ocupaban los puestos más importantes en el Sanedrin), y todos los sacerdotes ungidos por Dios. O sea, que desde entonces, el templo de Jerusalen pasó a ser un lugar de reunión, oración y enseñanza, en lugar de ser un lugar donde habitaba Dios. Aparece así, la sinagoga. Y los sacerdotes fueros reemplazados por los rabinos, los eruditos en la ley y maestros, pero sin ser ungidos por Dios. Por si esto no fuera poco, en el año 639 dC, las huestes de Mahoma luego de tomar Jerusalén, construyeron sobre lo que había sido el Templo de Jerusalén, la Mezquita de Al Aqsa (la 3* en importancia para el Islam, luego de La Meca y Medina). Luego, 50 años después, construyeron en Jerusalén la imponente Mezquita del Domo de la Roca, pero de menor importancia que la de Al Aqsa. Con esto, se descarta que el problema entre judíos y musulmanes sea sólo político y social.
Jueves Santo: Jesús nos invita a su Santa Cena, la institución de la Eucaristía, que desde entonces se celebra todos los días y en todo el mundo en memoria suya. En cada Eucaristía, Jesús se hace presente en cuerpo y sangre, ya que transformó el rito de la Fiesta de los Ázimos, reemplazando el pan y el vino. En lugar del cordero sacrificado de la Fiesta de Pascua, Él tomó su lugar por todos nosotros. Pero, antes de la cena, cambió la parte del rito en que el más jóven le acercaba una jarra con agua para lavar las manos al jefe de familia antes de la bendición. En su lugar, Él tomó la jarra, llenó un recipiente y lavó los pis de los apóstoles (escándalo para los judíos, ya que era una tarea denigrante sólo reservada a los esclavos). Con este gesto, Jesús se pone a nuestro servicio. ¿Lo creemos realmente? A partir de creerlo, nuestra vida cambiará de rumbo sin lugar a dudas. Ya no tendremos que depender de nada ni de nadie. Fijémonos lo que ocurrió con los apóstoles después de Pentecostés: un puñado de hombres, llevo su palabra a todo el mundo. Hoy, de los 6700 millones de personas, 1 de cada 3, sigue a Jesús o fue bautizado en su Iglesia. En realidad, seguidores fieles habrá menos de 150 millones.
Viernes Santo: Es el día de mayor recogimiento y de contemplación de su pasión y muerte. Ese día se exalta la cruz, y en el vïa Crucis se vive paso a paso cada momento.
Sabado Santo: Durante todo el día, se continúa con lo vivido el viernes. Al final del día se celebra la más importante celebración del año, que transforma nuestra oscuridad en luz. Domingo de Pascua: se celebra la resurrección de Jesús. Es el triunfo de Jesús sobre la muerte, y nuestro triunfo también sobre ella.

(aporte de Ronnie)