lunes, 8 de noviembre de 2010

Mantenerse Firmes

Lc 21, 5-19: Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Como algunos, hablando del templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto y cuál será la señal de que va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi nombre diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin". Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas".
Palabra del Señor.

La belleza de la fe
Comentario de Víctor Manuel Fernandez

Algunos judíos, sobre todo los sacerdotes, estaban apegados al templo, a su belleza y a sus adornos. Y por estar en el templo, creían que estaban cerca de Dios, cuando en realidad sus corazones quizás estaban muy lejos de él, no lo amaban, no lo adoraban sinceramente. Jesús anuncia que el templo sería destruido, que no quedaría piedra sobre piedra.

El mayor orgullo de los habitantes de Jerusalén no iba a ser eterno, sino que su fin estaba cercano. Y a esos que contemplaban admirados el templo, les dice que finalmente todo se termina.

No interesa saber cuándo. Lo importante es vivir con esa conciencia, para no aferrarse a nada. Luego Jesús anuncia a sus discípulos que a ellos los espera un desafío particular: la incomprensión, los rechazos, las burlas, los desprecios sociales.

Identificarse con Cristo implica también aceptar esa incomprensión. Porque la fe es creer en algo que no responde a la mentalidad del mundo, y por eso a veces el mundo reacciona tratando de eliminar o acallar la voz de los creyentes; a veces persiguiéndolos de las maneras más sutiles, a veces ridiculizando sus convicciones.

Pero Jesús invita a los creyentes a descubrir que esas situaciones de oposición son ocasiones, son verdaderas oportunidades para anunciar la belleza de su fe, para exponer a otros lo que verdaderamente creen.

Esa confesión de la propia fe en los momentos particularmente difíciles es ante todo obra de Dios; él sólo necesita un discípulo dispuesto y valiente. En estas persecuciones, a veces hay que estar preparado para soportar burlas que no vienen de extraños, sino del propio lugar que uno ama, de la propia familia, de los amigos que uno lleva en el corazón. En esas ocasiones, hay que tener claro qué es lo que le da el sentido profundo a la propia vida. Manifestarles lo que creemos aunque ellos lo rechacen será una manera de amarlos en serio, sin ocultarles la verdad de nuestro corazón.
P. Víctor M. Fernández
(aporte de Alejandra)

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