sábado, 23 de octubre de 2010

¿Por qué los católicos celebramos la Fiesta de Pentecostés?

Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23, 15-21; Dt 16,9). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (=cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34, 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuando llegaba cada ano la cosecha su sazón, pero tendrá lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.
En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1Cor 16,8).

Explicación de la fiesta
Después de la Ascensión de Jesús, se encontraban reunidos los apóstoles con la Madre de Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Tenían miedo de salir a predicar. Repentinamente, se escucho un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos.
Quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas desconocidas.
En esos días, había muchos extranjeros y visitantes en Jerusalén, que venían de todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía. Cada uno oía hablar a los apóstoles en su propio idioma y entendían a la perfección lo que ellos hablaban.
Todos ellos, desde ese día, ya no tuvieron miedo y salieron a predicar a todo el mundo las enseñanzas de Jesús. El Espíritu Santo les dio fuerzas para la gran misión que tenían que cumplir: Llevar la palabra de Jesús a todas las naciones, y bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es en este día cuando comenzó a existir la Iglesia como tal.

La promesa del Espíritu Santo

Durante la Ultima Cena, Jesús les promete a sus apóstoles “Mi Padre os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad” (San Juan 14, 16-17)
Más adelante les dice: “Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes; pero el Abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviara en mi nombre, ese les ensenara todo y traerá a la memoria todo lo que yo les he dicho” (Juan 14, 25-26)
Al terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa; “Les conviene que yo me vaya, pues al irme vendrá el Abogado,… muchas cosas tengo todavía que decirles, pero no se las diré ahora. Cuando venga Aquel, el Espíritu de Verdad, os guiara hasta la verdad completa,… y os comunicara las cosas que están por venir” (Juan 16, 7-14).
En el calendario del Año Litúrgico, después de la fiesta de la Ascensión, a los cincuenta días de la Resurrección de Jesús, celebramos la fiesta de Pentecostés.
(aporte de Lorena)

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