miércoles, 14 de julio de 2010

Entrada Triunfal a Jerusalén

Evangelio de Lucas
Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén. Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: «¿Por qué lo desatan?», respondan: «El Señor lo necesita». Los enviados partieron y encontraron todo como él les había dicho. Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan?». Y ellos respondieron: «El Señor lo necesita». Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino. Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. Y decían:»¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!». Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Pero él respondió: «Les aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras

Termina aquí la cuaresma y comienza la Pascua. Durante semanas nos estuvimos preparando para esto, porque la cuaresma nos va preparando para vivir el tiempo de Pascua, el paso salvador para nuestras vidas.

Desarrollo
Hace 3850 años, Abraham salió de Ur de Caldea (Irak) para dirigirse a las tierras de Canaan (Israel), cumpliendo con el mandato de Dios. Una enorme caravana de personas y animales fue avanzando paso a paso a lo largo de más de 2000 km. Establecieron una fiesta anual en honor a Javeh, y para el bien de todo el ganado, con el cual se alimentaban. Esa fiesta se realizaba al inicio de la primavera, y consistía en ofrecer el sacrificio de una animal de 1 año, macho, y perfecto, el cual debía comerse por completo. Las sobras se quemaban, y la sangre se ofrecía a Dios. Era la Fiesta de Pascua.
Al llegar a las tierras de Canaan y dejar de ser nómades, comenzaron a alimentarse de los bienes de la tierra. Establecieron una fiesta que duraba una semana, al comienzo de la primavera. Sólo debían comer pan ázimo (sin levadura), y beber vino. El jefe de familia bendecía la copa de vino, el de menor edad tomaba una jarra de agua y le lavaba las manos al jefe. Éste luego de secarse bendecía y repartía el pan ázimo cortado y el vino. Era la Fiesta de los Ázimos.
Ambas fiestas convivieron durante años. Cuando Moisés está cerca de sacar al pueblo judío de Egipto, coinciden esas 2 fiestas con la 10* plaga de Dios: la muerte de los primogénitos en Egipto. Dios instrye a Moisés para que una noche preparen un cordero o cabrito de 1 año, macho, perfecto, para ofrecerlo como sacrificio. Con su sangre debían untar los dinteles de las puertas de sus casas. A medianoche al pasar el ángel exterminador, donde las puertas tenían sangre, seguía de largo. Al día siguiente de la matanza, el Faraón liberó al pueblo de Israel, lo que se conoce como el Éxodo. La Fiesta de Pascua tomó el símbolo de festejar la salida de Egipto.
Durante los siguientes años, ambas fiestas se unieron en una sola.
Jesús, luego de recorrer durante 3 años la Galilea y Judea, hace su entrada triunfal en Jerusalén. El pueblo que se acercaba para festejar la Pascua lo reciben como un Rey, arroja sus mantos y agita ramos de olivos y palmeras (esto figura con detalle en los otros 3 evangelios). Jesús entra con una cría de asno y con su atuendo habitual.

Reflexiones para nuestras vidas
Jesús elige una cría y no un animal adulto. Estaría reflejando en este último, nuestra vieja vida; por eso elige la cría que nadie había montado, nuestra nueva vida.
Jesús nos está invitando a que lo dejemos que haga su entrada triunfal en nuestro corazón. Para eso, debemos tomar una acción; es ese desatar que aparece varias veces. Desatar todas aquellas cosas que nos impiden que el pueda entrar a reinar. No nos quiere como simples espectadores, quiere que nos metamos de lleno en esta semana santa.
Durante su entrada, interpretamos que el arrojar nuestro manto pude tratarse de arrojar nuestras máscaras, que nos impiden ser lo que realmente somos.
Si le abrimos el corazón, durante los 3 primeros días (lunes, martes y miércoles santos) se va a dedicar a tirar abajo nuestros prejuicios hacia la iglesia, el Papa y los sacerdotes; nos va a tirar abajo nuestras dudas, tristezas y miedos; tal como lo hizo al tirar las mesas de los cambistas y vendedores de palomas en el Templo de Jerusalén, a quienes trató como cueva de ladrones. Nos va a sacar todo aquello que nos roba lo que nos une a Él. También, nos va a profetizar la destrucción del Templo, tal como lo hizo a los judíos de esa época. Sí, nos va a destruir el viejo corazón de piedra, para construir de a poco un nuevo corazón. Fíjense que como los judíos lo rechazaron, 40 años más tarde, en el 70 de nuestra era, el emperador romano Tito, no sólo destruyo el Templo sino que al no quedar lugar para alojar a Dios (el arca de la alianza con las tablas de Moisés), desaparece el famoso grupo de los saduceos (esos aristócratas que ocupaban los puestos más importantes en el Sanedrin), y todos los sacerdotes ungidos por Dios. O sea, que desde entonces, el templo de Jerusalen pasó a ser un lugar de reunión, oración y enseñanza, en lugar de ser un lugar donde habitaba Dios. Aparece así, la sinagoga. Y los sacerdotes fueros reemplazados por los rabinos, los eruditos en la ley y maestros, pero sin ser ungidos por Dios. Por si esto no fuera poco, en el año 639 dC, las huestes de Mahoma luego de tomar Jerusalén, construyeron sobre lo que había sido el Templo de Jerusalén, la Mezquita de Al Aqsa (la 3* en importancia para el Islam, luego de La Meca y Medina). Luego, 50 años después, construyeron en Jerusalén la imponente Mezquita del Domo de la Roca, pero de menor importancia que la de Al Aqsa. Con esto, se descarta que el problema entre judíos y musulmanes sea sólo político y social.
Jueves Santo: Jesús nos invita a su Santa Cena, la institución de la Eucaristía, que desde entonces se celebra todos los días y en todo el mundo en memoria suya. En cada Eucaristía, Jesús se hace presente en cuerpo y sangre, ya que transformó el rito de la Fiesta de los Ázimos, reemplazando el pan y el vino. En lugar del cordero sacrificado de la Fiesta de Pascua, Él tomó su lugar por todos nosotros. Pero, antes de la cena, cambió la parte del rito en que el más jóven le acercaba una jarra con agua para lavar las manos al jefe de familia antes de la bendición. En su lugar, Él tomó la jarra, llenó un recipiente y lavó los pis de los apóstoles (escándalo para los judíos, ya que era una tarea denigrante sólo reservada a los esclavos). Con este gesto, Jesús se pone a nuestro servicio. ¿Lo creemos realmente? A partir de creerlo, nuestra vida cambiará de rumbo sin lugar a dudas. Ya no tendremos que depender de nada ni de nadie. Fijémonos lo que ocurrió con los apóstoles después de Pentecostés: un puñado de hombres, llevo su palabra a todo el mundo. Hoy, de los 6700 millones de personas, 1 de cada 3, sigue a Jesús o fue bautizado en su Iglesia. En realidad, seguidores fieles habrá menos de 150 millones.
Viernes Santo: Es el día de mayor recogimiento y de contemplación de su pasión y muerte. Ese día se exalta la cruz, y en el vïa Crucis se vive paso a paso cada momento.
Sabado Santo: Durante todo el día, se continúa con lo vivido el viernes. Al final del día se celebra la más importante celebración del año, que transforma nuestra oscuridad en luz. Domingo de Pascua: se celebra la resurrección de Jesús. Es el triunfo de Jesús sobre la muerte, y nuestro triunfo también sobre ella.

(aporte de Ronnie)

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