lunes, 26 de julio de 2010

Los Caminos del Discípulo


El camino de Galilea a Jerusalén (Lc 9,51) es la senda del discipulado, de quien sigue a Jesús (Hch 1,21; 4,13) para estar con él y aprender de él (Mc 3,14). El camino de Jerusalén a Emaús es la ruta interior del desencanto y del abandono del seguimiento. El regreso de Emaús a Jerusalén es la senda de la escucha de la Palabra y de la fracción del pan para reconocer al Resucitado y vivir en comunión con él. El camino de Jerusalén hasta los extremos de la tierra (Hch 1,8) es la senda del misionero, es decir, del Espíritu que suscita testigos del Señor resucitado (4,31; ver Mc 3,13-14).

Los “caminos” por donde transita el discípulo se convierten así en itinerarios o caminos pascuales que conducen de la falta de fe y de la desesperanza al reconocimiento de Jesucristo vivo y a su anuncio gozoso.

(fuente: http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:8JQRJ5jnk8cJ:www.iglesia.cl/portal_recursos/eclesial/biblia/docs/itinerario_septiembre.doc+%22el+camino+de+jerusalem+a+los+extremos+de+la+tierra+es+la+senda+del+misionero%22&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=ar)

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